lunes, 13 de julio de 2009

SECCIÓN PREGUNTAS Y RESPUESTAS

¿Cómo seguir un tratamiento/análisis cuando algo (transferencia) no se instala?


No se trataría del hallar el modo de continuar un análisis sino el modo de comenzarlo, ya que sin transferencia analítica no hay análisis.

En las llamadas entrevistas preliminares hay un trabajo de instalación de la transferencia y de puesta en forma del síntoma.

En el 2006 Samuel Basz disertó en la biblioteca de San Fernando acerca de este tema y hemos publicado una reseña de su intervención en Respuestas 1. Es muy recomendable su lectura.

Brevemente, él explica la distinción entre psicoanálisis aplicado (a la terapéutica) y psicoanálisis puro. El psicoanálisis aplicado a la terapéutica se diferencia, sin embargo, de la psicoterapia, ya que no se intenta ni una reeducación ni una adaptación a ninguna realidad previamente establecida. Se trata, más bien, de una formalización del sufrimiento, una construcción de un problema lógico, que en numerosos casos, arroja efectos terapéuticos muy rápidos. Y, en palabras de Basz, “para que el sufrimiento neurótico se transforme en datos de un problema, es preciso un hecho de transferencia. Lo que el analista ofrece es la problematización como la vía ética para tratar el sufrimiento”.

El psicoanálisis puro, por otra parte, implica lo que llamamos una “entrada en análisis”. Esto sólo sucede si hay acto, tanto del lado del analista como del lado del ahora sí llamado analizante.

¿Por qué, siguiendo tu pregunta, no se instalaría la transferencia? Me parece que se trata de un encuentro contingente, de un buen encuentro... No se da en todas las ocasiones. La transferencia tiene una dimensión simbólica, una imaginaria y una real. Se conjugan en ella la instalación de lo que Lacan llama “sujeto supuesto al saber”, ciertos rasgos imaginarios que se despliegan y también un goce en juego.

Una entrada en análisis implica un deseo decidido, del analista y del futuro analizante. No se da siempre. Pero cuando tiene lugar, abre una vía privilegiada para el tratamiento del padecimiento humano. Para nosotros, los que sufrimos de lenguaje.

Verónica Ortiz

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