viernes, 27 de mayo de 2016

Clases anuales - Archivo de Reseñas 2014

En el marco de los encuentros de lectura del IOM2 delegación San Fernando y del curso anual 2014, cuyo eje de lectura es el Ultimísimo Lacan e historización, tuvieron lugar las siguientes clases:
“El manifiesto de Lacan” (23/05) primera clase de este año, a cargo de Cecilia Fasano, Miembro del Centro Descartes, Asociada a la EOL sección La Plata, Directora de la revista Estrategias-Psicoanálisis y Salud Mental y Adscripta al Servicio de Docencia e Investigación del Hospital Rossi de La Plata.

Por Lorena Di Masso
Fasano tomó como referencia central algunos puntos de Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis y propuso un recorrido desde 1953, año en que Lacan renuncia a la Sociedad Psicoanalítica de París, funda La Sociedad Francesa de Psicoanálisis y tiene lugar el Congreso de Roma. Allí Lacan distribuye el informe publicado en Escritos I y da su discurso con una fuerte crítica a los psicoanalistas de la época. En este momento introduce la cuestión de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis e inaugura la elaboración de lo simbólico como lugar de constitución del sujeto. Tomando en cuenta “los tres” de Lacan, si previamente el predominio era dado a lo imaginario y avanzada su enseñanza será dado a lo real, en esta época, el registro que predomina es el simbólico. La disertante tomó dos conceptos: comunicación y sujeto. Acerca del primero, el rechazo de Lacan hacia todo concepto de intersubjetividad, en tanto “la comunicación no existe”, “el muro es el lenguaje” y éste preexiste a la entrada que hace en él todo sujeto. Aparece la imposibilidad de decir todo y el malentendido, en tanto que en la comunicación juega su partida el deseo inconsciente. Entonces, para el psicoanálisis, la trampa de la comunicación es creer que hablando la gente se entiende. Sin embargo, dice Lacan, habrá que dejarse engañar por el lenguaje. Es esa la condición para analizarse y para analizar. La palabra es el instrumento. Avanzando sobre la noción de sujeto, Fasano aclaró: no es el yo, no es la personalidad ni el individuo. Tampoco el carácter. El sujeto es tal por estar sujetado a la estructura del lenguaje, es producto, consecuencia, efecto de aquel.
“Aspectos de la interpretación analítica: contexto institucional y prácticas individuales” (22/08) segunda clase, a cargo de Elena Levy Yeyati. Autora de El DSM en cuestión, y autora y compiladora de La casuística de Lacan, Levi Yeyati es Doctora en Medicina por la Universidad de Buenos Aires, Psiquiatra y Psicoanalista y Miembro de la Fundación Descartes, de la Escuela de Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis.

Por Andrea Fato
En su exposición, Yeyati se refirió a Función y Campo de la Palabra y del Lenguaje como un texto político fundacional con el cual Lacan provoca un punto de quiebre con la IPA, institución a la cual pertenecía, inaugurando en este acto la Sociedad Francesa de Psicoanálisis dejando así en relieve su propuesta de enseñanzas, un retorno a Freud. Desde ese lugar, Yeyati propuso pensar la institución y lo que allí se discute en relación con la práctica individual, señalando la importancia de ubicar en esta intertextualidad el contexto donde se inscriben las instituciones, la política que las determinan, las interrogaciones que advienen; como parte de una orientación sobre la cual gira la enseñanza de Jacques Lacan.
La disertante tomó como sesgo la interpretación, trazando una línea divisoria entre síntoma y sinthome y el saldo que ambos momentos de la enseñanza de J. Lacan tienen sobre la práctica individual. Ciñéndose a la actualidad de dicha orientación hizo referencia a los cursos de Jacques Alain Miller, quien fundamenta dicha división sirviéndose de tres nociones básicas: universal, particular y singular. Yeyati concluyó con una interrogación respecto de la clínica que resuena hoy: A propósito de lo singular ¿Cómo son las interpretaciones?
“La Hystoria del Síntoma” (31/10) tercera clase del curso, a cargo de Ignacio Penecino, Miembro de la Fundación Descartes, Docente de la Facultad de Psicología de la U.B.A. y Supervisor en el Servicio de Salud Mental del Hospital de San Isidro.

Por Lorena Laserre
La clase pivoteó entre dos grandes líneas que Ignacio tomó de la clase “Historización” del mencionado seminario de Jacques-Alain Miller. Comenzó haciendo una división en torno a dos ejes: de un lado una vida vivida como historia y del otro cuando no hay historia vivida, es decir historia y real. Ubicando los mecanismos de represión y forclusión en relación al significante. Esta distinción, resaltó, no corresponde estrictamente a las estructuras psicopatológicas lacanianas clásicas (Néurosis y Psicosis) sino que permite esbozar la relación del sujeto con su simbólico.

Asimismo, el expositor planteó la necesidad clínica de ubicar la historia del síntoma, es decir, la repetición. Tomando el clásico caso de Sigmund Freud “Fragmento de análisis de un caso de histeria”, Penecino fue detallando las distintas definiciones que Freud propone en torno al síntoma histérico. Resulta importante resaltar que son coordenadas que hacen a una praxis, en la cual se podrán ubicar varios componentes: el sentido, el significado y la satisfacción. También retomó la “Conferencia 17º, El sentido de los síntomas” de Freud para diferenciar aquellos síntomas típicos de los individuales, que son los que hablan de la singularidad del sujeto en su análisis. Así, Penecino resaltó la noción de sobredeterminación en la obra freudiana y cómo esta fue retomada por Lacan; planteado la pregunta de cuál es el valor de uso, en la actualidad, de este concepto dentro del campo del psicoanálisis y en el final de la obra de Jacques Lacan.

Un itinerario de lectura.

Por Verónica Rios

NOVIEMBRE 2014

El programa de lectura del IOM2 de este año, sigue un itinerario propuesto por J. Alain Miller en el capítulo llamado Historización del Libro “El ultimísimo Lacan”. La propuesta consiste en una articulación de textos, donde la periodización de la enseñanza de Lacan abre un nuevo riesgo de lectura. El recorrido localiza un primer Lacan, más puntualmente de los 10 primeros años de su enseñanza a partir de “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, y también del último Lacan que empieza a desarrollarse en el Seminario 20. En el medio propone el Seminario 11, que se trata de un segundo Lacan y es así que ésta periodización, localiza un nuevo Lacan, El ultimísimo Lacan, en éste punto de la enseñanza J. A. Miller señala un campo nuevo al cual no hemos entrado realmente.
Al comienzo nos presenta un cuadro de doble entada donde Real e Historia guían el camino de lectura. La invitación es a dejar de lado las ideas de desarrollo y seguir una indicación donde Miller superpone dos épocas en tres escritos, por un lado el último escrito de Lacan de 1976 “Prefacio de la edición inglesa del seminario 11” de los Otros escritos y por otro lado la “Respuesta del comentario de Jean Hyppolite” de 1954, y “Función y campo de la palabra del lenguaje en psicoanálisis” de 1953. El trabajo consiste en rastrear las consecuencias de una lectura que no es cronológica sino que propone retroactivamente, rastrear ¿qué de lo real en el primer Lacan?, y ¿qué queda de la historia en el último Lacan?. El inconsciente según el primer Lacan es historia, cita de la página 251 de los escritos “Lo que enseñamos al sujeto es a reconocer como su inconsciente es su historia”, ésta idea de enseñar al analizante, ya no va a volver a aparecer en Lacan. Por el contrario en el “Prefacio de la edición inglesa” se plantea otra formulación de la posición del analista “No hay allí amistad que a ese inconsciente lo soporte”, ya no se trata de ayudar a perfeccionar, ni de amistad, ni de socorro samaritano.
Miller despeja la lectura del primer Lacan con la siguiente pregunta ¿Qué relación con lo real conlleva esta relación del inconsciente en tanto historia? La historia de la cual se trata en 1953, tiene una vocación totalitaria, es una historia que se desarrolla en la comunicación con el otro, es un inconsciente intersubjetivo. Se trata del Inconsciente transferencial. Pero se puede leer a contraluz un modo de presentación de aquello que hace límite a la rememoración y que queda del lado de la reminiscencia. Es en la “Respuesta al comentario de Jean Hyppolite sobre la Verneinung de Freud”, donde encontramos el caso freudiano del “hombre de los lobos”, en el relato de la alucinación del dedo cortado, se trata de lo no simbolizado, se localiza que en la alucinación no hay vida vivida en tanto historia. No obedece a las leyes del lenguaje y es independiente de la intersubjetividad. Hay una interrupción en el flujo temporal, ello apunta a una falla que devela que no hay simbolización primaria, se trata de lo no historizable. Éste límite está ausente en “Función y Campo de la palabra”. Es así que Miller en una superposición de los dos escritos encuentra al inicio, la antinomia Real e Historia.
El último texto escrito por Lacan es “Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11”, Lacan nombra el inconsciente real, “cuando el esp de un laps, o sea… ya no tiene ningún alcance de sentido (o interpretación) solo entonces uno está seguro de estar en el inconsciente”, y agrega “Uno lo sabe, uno mismo”, Miller señala que se trata de un S1 sin articulación con S2. Y que se trata de un sí mismo solo, no hay ni intersubjetividad, ni intersignificancia. “Pero basta que se le preste atención para salir de él”, así llegado ese momento hay sentido e interpretación, salimos a el inconsciente transferencial, hay encuentro con el analista y queda a su vez capturado, lo que pasó antes de la máquina de sentido e interpretación.

En el seminario El sinthome capítulo IX “De lo inconsciente a lo real”, Lacan se va a referir a ese real como su invento, su respuesta sintomática frente al invento freudiano del inconsciente. Es en éste tramo de la enseñanza que Miller sitúa a El ultimísimo, y lo califica de un camino abierto que apenas se vislumbró.

Los inmortales ya existen.

Por Germán García

En Respuestas N°9, año 2014

Todos aquellos que nacieron, vivieron y desaparecieron convencidos de la inmortalidad practicaron las maneras que corresponden a un inmortal. Creo que Jorge Luis Borges, descendiente del inmortal convencido que fue Macedonio Fernández, describe bien la diferencia entre un mortal y un inmortal: “Todo, entre los mortales, tiene el valor de lo irrecuperable y lo azaroso. Entre los inmortales, en cambio, cada acto (y cada pensamiento) es el eco de otros que en el pasado lo antecedieron, sin principio visible, o el fiel presagio de otros que en el futuro lo repetirán hasta el vértigo. No hay cosa que no esté como perdida entre infatigables espejos. Nada puede ocurrir una sola vez, nada es preciosamente precario”.
Es decir que podemos reconocer a un inmortal por el aburrimiento, producto de la experiencia vivida de que la eternidad es un bostezo de Dios, una travesura del Diablo.
Otra cosa es extender el tiempo de una vida, de cualquier manera finita. Aquí tenemos la prueba contraria , la de los mortales.
Hegel postuló que la muerte es el amo absoluto, al que la vida subordina sus valores relativos. Contra Hegel, cualquier suicida demuestra que existen cosas peores que la muerte. La angustia, la vergüenza, la culpa y tantas otras experiencias –el dolor, la pérdida del amor- muestran que la muerte no tiene la última palabra.
Entonces, podemos retozar de clonación en clonación (duplicar la clonación para jugar un solitario acompañado); siempre que las “condiciones” de la vida sean gratas. Esas condiciones son nuestros modos de gozar, que nos salvan del hastío de la mera duración.
Al inmortal de Borges los siglos le dejaron la pobre limosna de palabras desplazadas y mutiladas. Vivir lo justo, entonces, sería encontrar las palabras que descifran nuestra vida. No todo se reduce a la lotería genética.


Germán García fue nombrado Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba en agosto de este año.

JORNADA ABIERTA EN TIGRE.

Reseña realizada por Augusto Pfeifer

NOVIEMBRE 2014


El sábado 22 de Noviembre tuvimos nuevamente la oportunidad de compartir una Jornada de discusión y debate en Tigre. La misma, organizada por la APSaT, se desarrolló en dos momentos: una primera mesa que estuvo a cargo de la Lic. Claudia Bentancur (Inspectora de la modalidad Psicología Comunitaria y Pedagogía Social DGCyE. Inspectora Jefa Regional) - respecto a los problemas actuales en la educación; y a continuación una conferencia a cargo de Germán García titulada ¿Qué pasa con la terapia cognitiva?
La apertura estuvo a cargo del Lic. Félix Chiaramonte, con la presencia del Lic. Pedro Salas. Presidente del Colegio de psicólogos de San Isidro, Distrito XV.

“Los problemas actuales de la educación”
La Lic. Bentancur expuso acerca de una problemática particular: el alumno no cumple la exigencia de la institución: el aprendizaje. Ubicó la necesidad de partir de una “unidad de análisis” que incluya tanto a los alumnos, a los contenidos, como a los docentes. Este nuevo objeto (que impide aludir al alumno como único problema) reclama no localizar la atención en el capital que cada alumno pueda poseer, sino en la intervención que partió de la institución misma. ¿Qué respuesta -del docente, del contenido- fue la qué posibilitó el fracaso de su objetivo? En esta línea agregó que el trabajo del docente es “intervenir en el hecho educativo que es absolutamente artificial, deliberado”. El alumno, en este contexto, sólo se constituye si hay práctica docente. Vemos así el rol que cumplirá en este análisis la implicación de cada uno de los actores institucionales.
La exposición abrió un extenso debate, donde se plantearon diversos interrogantes: ¿Cómo afrontar la burocracia que anula la singularidad y la posición deseante? ¿Las clasificaciones (supuestas) diagnósticas ayudan a inteligir los problemas de la educación?

“¿Qué pasa con la terapia cognitiva?”
Este interrogante -al decir de Germán García- debiera interpelarnos como practicantes del psicoanálisis. Si criticamos algún postulado del cognitivismo, debemos informarnos sobre los modos de circulación y constitución de sus saberes, como así también de los intereses económicos que en ellos se dejan ver.
Señaló que en los Estados Unidos, como en el resto del mundo, el saber circula anudado a su financiamiento. Cada novedad que surja necesitará de por sí su economía: he aquí el “problema del saber contemporáneo”. La terapia cognitiva aparece entonces como resabio de las ciencias cognitivas en su “conjunción con el viejo y malquerido conductismo”. Destacó que sus modificaciones a lo largo de los años son constantes, pero el núcleo es el mismo: olvidan que uno sufre de cosas que ya sabe. Este planteo lo articuló con la diferencia entre el saber y el conocimiento. El saber, tal como lo hipotetiza el psicoanálisis, tiene una relación con el deseo y el cuerpo erógeno de cada sujeto. Rescató así la postura freudiana: “todo lo reprimido pasó por el yo”; lo cual no impide que haya gente que no quiera saber. García definió la lógica circular de suposición de saber en la cual se sostiene nuestra práctica en el dispositivo analítico: “yo sé, que usted sabe, que yo sé, que usted sabe, que yo sé”. Durante su exposición citó puntualizaciones del texto “El psicoanálisis y las terapias milagrosas” de su autoría, en donde retoma las investigaciones de la Revista Mente y cerebro, sobre neuroteología, así como también las difamaciones de El libro negro del psicoanálisis, y el texto La mente no funciona así, de Fodor. Fundamentó de esa manera su posición crítica, cuestión que lo llevó inclusive a dar clases en la Universidad de Buenos Aires sobre el tema en el año 1999, más allá de su recordado artículo del año 1986, A causa de Mario Bunge.
Respecto a las clasificaciones diagnósticas que proliferan en nuestra época, subrayó que siempre hay filtración de una a la otra, así como también efectuó una crítica desde lo que plantea Ian Hacking con la problematización de las “clases interactivas”. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la “ritalina o medicaciones de cualquier tipo” siempre estarán disponibles en nuestra época para abordar la hiperactividad de los niños como un destino final luego de los resultados negativos de cualquier terapia cognitiva. Es decir, que la medicación ya está indicada desde el principio mismo de la terapéutica, no se trata de una contingencia posible para atender una complicación, sino de algo estipulado con anterioridad de acuerdo a los intereses de los laboratorios farmacéuticos y las opciones cognitivo-conductuales.
Nuestra época exige soluciones “genéricas para cosas que no son genéricas”. En su oposición, un psicoanalista no debe tener ideas fijas, “tiene que enseñar a los candidatos que no tienen nada para vender”, o sea, que debe cuestionar toda promesa de curación que implique una significación ya dada de antemano.

De la buena educación a la dialéctica del análisis.

Por Félix Chiaramonte
NOVIEMBRE 2014

A partir de una clase que di en la Fundación Descartes, y que luego he retomado en nuestra Delegación San Fernando del Instituto Oscar Masotta, me propuse revisar y renovar mis lecturas acerca de la dialéctica en el psicoanálisis.
Encontrarme con la interpretación de Hegel a través del Kojeve que conoció Jacques Lacan, me plantea varias cosas, entre ellas una en especial, una cita del libro de Vincent Descombes, Lo mismo y lo otro: “No creamos que una obra adquiere autoridad porque haya sido leída, estudiada y finalmente considerada convincente. Antes al contrario: leemos porque ya estamos convencidos. Las obras están precedidas de un rumor.” (1)
Desde nuestra educada comunidad analítica nunca repetiríamos mal el francés bien hablado. Jamás ocurrirá la situación de aquel boxeador argentino, el más grande campeón, que tenía que participar recibiendo otro premio en su ya coronada carrera. Al tomar el trofeo de manos de una autoridad francesa, debía decir “Merci beaucoup”. Sin embargo, él, que había enfrentado muchos rivales con el coraje de sus puños y el combate como todo límite, no pudo con su nerviosismo ni con el hartazgo por la ceremonia y los flashes. Al fin de cuentas, ante tantas Luces, sólo pudo pronunciar: “pipí, cucú”.
Sigmund Freud se negó a establecerse en Argentina ante la invitación de un grupo de escritores en tiempos de la persecución nazi en su país. Su respuesta a Xavier Bóveda dice: “leo y entiendo el hermoso idioma en que usted escribe sus versos, pero no me tengo confianza para escribir en él…” (2). Tal vez las consecuencias de su decisión nos enseña que uno no puede igualarse por hablar en el mismo idioma, sino que debe tener en cuenta la diferencia que se abre en la alteridad irreductible de las distintas culturas y la historia de las diversas posiciones políticas, así como por otro lado, dialécticamente, se sostienen los lazos de trabajo para la expansión y consolidación del psicoanálisis a nivel mundial.
Durante este 2014 nuestras lecturas bascularon entre el Lacan clásico y El Ultimísimo Lacan según Jacques Alain Miller, en esa dialéctica que se propone desde la hystoria y una práctica que se orienta hacia lo real. Y si bien ubicamos ese inconsciente en tanto historia, ese inconsciente intersubjetivo por estructura, en donde la operación analítica obedece a las leyes de la palabra, a la ley del reconocimiento, y por ende al desciframiento del síntoma, tenemos que esto cambia por completo en el último Lacan, es decir, se trata de una teoría que ya no se elabora desde la histeria y la historia, sino más bien desde la psicosis. Un real separado de la palabra, que “habla solo”. Como en la experiencia de la alucinación en El hombre de los lobos, se trata de una significación tan extraña que el sujeto no puede comunicársela al otro.
Miller aclara que no hay superación con esos seminarios que van desde el 20 en adelante, respecto del Lacan simbólico. Sin embargo, se escucha en nuestra comunidad analítica cierta superioridad cuando se intenta leer la teoría de los nudos y un real que no se aprehende, frente al trabajo sobre el Seminario 1 por ejemplo, con lo cual queda por verificar si es cierto que captamos “la superposición y acumulación de teorías distintas de alguna forma co-presentes” (3)
Germán García recuerda que Oscar Masotta “no contaba a Lacan, sino que intentaba explicarlo con una claridad expositiva que llegaba a una audiencia exotérica sin ceder en el rigor esotérico que intentaba alcanzar.” (4) Tal vez desde este recorrido histórico, analizando cómo importa el psicoanálisis (en) la Argentina, podamos continuar las lecturas que impliquen estar abiertos a la sorpresa, al asombro, a la inquietud de lo Otro, sin resignarse a la repetición de lo mismo.

Referencias:
(1)Lo mismo y lo otro, Vincent Descombes, pág. 17, Ed. Cátedra.
(2)Citado por Germán García en La entrada del psicoanálisis en la Argentina, pág. 208, Ed. Catálogos, de la Nota preliminar de Jacobo Numhauser , pág. XLVI, en las Obras Completas de Freud, Ed. Biblioteca Nueva.
(3)El ultimísimo Lacan, Jacques Alain Miller, pág. 43, Ed. Paidós.

(4)Prólogo de Germán García a Introducción a la lectura de Jacques Lacan, Oscar Masotta, págs. 20 y 21, Ed. Eterna Cadencia.