viernes, 10 de junio de 2016

DIEZ AÑOS Y UNA DECISION POR EL PSICOANALISIS

Félix Chiaramonte

Noviembre 2015

Las letras se dibujaban en la hoja vacía de un cuaderno cualquiera. La perspectiva de un nuevo trazo iba precisando los lugares de un analista. Justo a tiempo, luego de la angustia, propiciando el camino de un deseo indestructible. Estábamos a fines de 2005 y el nombre de Oscar Masotta nos había puesto a trabajar.
La virtud indicativa que supo señalar Germán García, enseñaba la posibilidad de unir en nuestro horizonte la política y el saber en juego con la práctica analítica. Unos pocos nos encontrábamos en ese bar pequeño que confrontaba con un restaurant enorme en la esquina, que se pavoneaba con sus luces de neón, y que sin embargo en estos días de 2015 irá a demolición. Nuestro pequeño sitio, continúa firme, diez años después, con su estética tanguera y moderna.
 “Encontrar respuestas analíticas en estos tiempos llenos de preguntas implica ubicar gente decidida a sostener posiciones claras y distintas, que tengan en cuenta las condiciones sociales y la singularidad de cada sujeto. Las respuestas no son a todo ni para todos; mucho menos absolutas; pero comunican a los que quieren preguntarse algunas cosas, que hay quienes quieren responder a ello, desde el deseo de analizar”. (1) Asumir un espacio de pertenencia para referenciar lo que se hace en San Fernando, y luego también en Tigre, con la orientación lacaniana, nos permitía iniciar la historia que marcó un antes y un después en nuestra manera de relacionarnos con el psicoanálisis en nuestras ciudades de la Zona Norte del Gran Buenos Aires.
 La decisión de estar en el Instituto Oscar Masotta era el resultado de un encuentro con una invitación, e incluso con una provocación éxtima: -¿y ustedes, por qué quieren hacer una Delegación?-.
La sorpresa de la pregunta que no esperábamos, hizo vacilar una primera respuesta que se reveló como portadora de ideales. La orientación de nuestro interlocutor quebró esa ilusión con la escritura de unas letras que nos separaban de la miembro, o luego del procedimiento del pase, analista de la Escuela.
A partir de allí, promover el psicoanálisis iba anudado a una práctica que implicaría no solamente una forma de trabajar sino una modalidad de vivir.
Se trata de una historización que conlleva una trama de la verdad en cada sujeto, una ficción institucional que reconoce la repetición de la estructura, una falla constitutiva que redimensiona la deriva que cada cual trata de simbolizar.
Al mismo tiempo insiste en la práctica analítica un real que emerge de un modo inesperado, que reaparece en los síntomas, los delirios, la angustia de los que acuden por un sufrimiento a descifrar.
 Las iniciativas sostenidas desde el IOM en esta década, la cantidad y calidad de conferencias y debates, los cursos y los seminarios (que sostenemos sabiendo de su diferencia), los módulos de unas investigaciones que continúan, la ética de una clínica que intenta el sendero de la rigurosidad, unas lecturas entre textos e interrogaciones, en fin, el intento de establecer otras construcciones institucionales, resignifican nuestra apuesta inicial.
Por último, pero no menos importante, la fortuna de encontrar el Witz freudiano en nuestro recorrido analítico, ha permitido conjugar una demanda al análisis con una política que habrá que verificar en el deseo de cada uno.-

(1) Editorial de Respuestas Nro 1.

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