A modo de un hallazgo nos encontramos hace unos
meses con este libro que creíamos ya agotado. Editado en el año 1983 en España
por la editorial Pre-Textos, y ahora exhibido en el Centro Descartes, fue leído
con el entusiasmo de los que creen que aún perduran las palabras actuales de un
maestro. Compartimos con ustedes un extracto del texto “Colofon”, último
artículo de la obra:
“El aprendiz de brujo, al final, descubre que el
maestro tampoco controlaba sus efectos. Que solamente el acto puede cortar el
circuito de la suposición: yo sé que usted sabe/ que yo sé que usted sabe.
Ese acto, cuando se trata del psicoanálisis, no
tiene otra garantía que el deseo -no digo la satisfacción- de la diferencia más
pura.
La escucha, cuando no se abre al deseo, es paranoica:
de ahí las “causalidades” que se inventan y las “casualidades” que se ignoran.
¿Qué diferencia existe -se preguntaba Sigmund
Freud- entre un analista y un supersticioso? Y, por supuesto, tenía una
respuesta: para el supersticioso existe la determinación en la realidad, para
el analista la contingencia del discurso engendra retroactivamente los efectos
de una determinación múltiple.
Y discurso no significa el habla, sino ese
acto del inconsciente al que responde el que habla. El que se confiesa sabe por
qué lo dice, sabe a quién lo dice, sabe lo que dice. El que asocia no sabe por
qué, no sabe para quién, no sabe qué. El inconsciente -dice el maestro- es un
saber sin sujeto. Y dice que lo escuchó. El maestro era el aprendiz de brujo,
por eso se cuidaba de los embrujos y las sugestiones de sus discípulos.
Hoy se cree que la figura del maestro es
obsoleta, que a una cultura de autómatas le corresponde una enseñanza
automática. Los fracasos escolares se resuelven en la paranoia: siempre existe
un agente exterior que es la causa (la familia, la televisión, el medio
social). La pérdida de la autoridad se resuelve en seducción y el fracaso de la
seducción conduce a la paranoia. ¿No convendría una nueva lectura de El
maestro de San Agustín, no sería interesante saber qué era una “escuela” en
aquellas épocas de la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles?”.
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