miércoles, 9 de marzo de 2011

Inés Szpunt: : Los principios del psicoanálisis, una práctica que no es como las demás

Cuarta clase del curso anual 2010
Reseña de Virginia Gilardi

Orientados por este título se desarrolló en la delegación San Fernando del Instituto Oscar Masotta la cuarta clase del curso anual “Escritos, una aproximación intertextual”, a cargo de Inés Szpunt, psicoanalista y miembro de la Escuela de Orientación Lacaniana.
Teniendo en cuenta lo que Lacan plantea en su escrito “Variantes de la cura tipo”, el psicoanálisis aparece como una práctica, una terapéutica que no es como las demás. Aparece en primer lugar entonces la más estrecha de las revelaciones analíticas así como realmente el descubrimiento freudiano: un artificio de palabra, una situación convenida entre analizante y analista que teniendo como eje la regla de la asociación libre y la interpretación lleva a una revelación que lo cambia todo. Traducido por Lacan como un “decir tonterías” este artificio deviene en acontecimiento de palabra que toca lo paradojal. . Así, el decir tonterías revela que al asociar libremente es imposible decir cualquier cosa. Nada menos libre que esa libertad impuesta.
Una experiencia que invita a decirlo todo al mismo tiempo que una palabra última escapa a los controles de quien habla devolviendo siempre a los mismos surcos, al círculo de las reiteraciones. Un decir que trasciende la voluntad de quien habla que dirá más de lo que quiere y más de lo que sabe. Una intencionalidad de decir que se torna equívoco y un deseo inconsciente que se filtra en los enunciados del sujeto donde el decir se hace enunciación. Paradoja y misterio de una comunicación donde el sujeto recibe su propio mensaje en forma invertida solo a condición de que otro destinatario y testigo sancione esas sorpresas de palabra al modo en que la risa sanciona el chiste. Paradoja en la que todo enunciado se somete a la ambigüedad del significante en su polivalencia semántica y sus diversos modos de producir significado. Una práctica que distancia al analista del político, del educador y hasta del médico en tanto su ética pone en suspenso todos los objetivos de dominio y las buenas intenciones. Etica que lejos de una deontología propone como incidencia técnica directa un inconsciente que se lo escuche y que habla sólo si se lo interroga. Analista y analizante sujetados por la estructura del lenguaje, un sujeto dividido entre enunciado y enunciación, y un principio que es también el de toda interpretación: que en lo que se oye se dice otra cosa.
Una práctica que no es como las demás en tanto promueve la imposibilidad de una verdad toda y queda a la espera de un ser que no es el unitario de la psicología. Principios de una práctica que hacen del equívoco, lo disruptivo, el nudo de la cura. Algo que aguarda salir a la luz entre el sujeto y el Otro en el lugar donde no sabe lo que dice, allí donde el significante no va a tener ningún significado para el sujeto. Lugar donde el síntoma no es mensaje sino satisfacción y donde se actualiza la pregunta por el deseo. Práctica que hace del dispositivo freudiano algo hecho a su mano muy diferente a una rutina, donde Lacan indica que las necesidades de un análisis se juzgan por su acto y no por costumbres.
A cargo de la clase, Inés Szpunt desplegó, entre otros, los principios antes mencionados que vienen a diferenciar al psicoanálisis de otras prácticas y que tuvieron como síntesis el momento del debate donde se puso interés en el psicoanálisis en tanto otra ética opuesta al control y la satisfacción, allí donde habrá un sentido indicado por parte de quien escucha pero dado por quien habla. Terapéutica que trabaja la analizabilidad interrogando el lugar del analista, un acto que no es administrativo, sino un lugar donde el analista es un objeto dúctil que da lugar a quien consulta y cuyo efecto analítico no es asistencial sino que se revela en el sujeto como algo de lo diferente, de lo inolvidable.

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